Por Carlos Hernández Echevarría | 28 de junio, 2024
Las elecciones presidenciales no pueden ser canceladas por Joe Biden ni presidente alguno. No importa si piensa que va a perder, si hay una emergencia nacional... ningún presidente tiene el poder de hacer que no se celebren y quedarse en la Casa Blanca. La Constitución de los Estados Unidos lo dice claramente: cada mandato presidencial dura 4 años y además acaba el 20 de enero al mediodía. No se puede extender.
Desde 1845, la ley federal establece además que las elecciones a presidente y vicepresidente se celebrarán “el martes después del primer lunes de noviembre” cada 4 años. En el caso de 2024, las elecciones serán el martes 5 de noviembre, ya que el primer lunes del mes de noviembre es el día 4.
Es cierto que la misma ley habla de una posible modificación de la fecha de votación por “necesidades de fuerza mayor que fueran extraordinarias y catastróficas”, pero deja claro que ese cambio sólo podría hacerlo cada estado, nunca el presidente. De cualquier manera, incluso en ese caso extraordinario, las elecciones aplazadas no podrían retrasarse mucho: como hemos dicho, la Constitución dice que el mandato del presidente acaba el 20 de enero.
En los últimos 175 años las elecciones presidenciales siempre se han celebrado cuando marca la ley, “el martes después del primer lunes de noviembre”. Y eso, como recuerda el Brennan Center For Justice, una institución independiente aliada de Factchequeado, ha sucedido “incluso durante la Guerra Civil y las dos guerras mundiales”.
¿Por qué un martes de noviembre?
En muchos otros países del mundo las elecciones se celebran en domingo, que es el día en el que la mayor parte de la gente no tiene que trabajar y puede ir tranquilamente a votar, pero en Estados Unidos los comicios son en martes. ¿Por qué y por qué en noviembre? Ya te hemos contado que el Congreso lo estableció así por ley en 1845, pero no fue una decisión casual.
En el siglo XIX Estados Unidos era un país mayoritariamente dedicado a la agricultura y donde la gente vivía principalmente en pequeños pueblos, desde los que tenía que viajar a las capitales de condado para poder votar. Según VOA (Voices of América), noviembre era el mes ideal para que la gente hiciera el viaje porque la cosecha ya estaba recogida y todavía no había llegado lo peor del frío del invierno.
La formulación de “el martes después del primer lunes de noviembre” tenía la ventaja de hacer imposible que las elecciones coincidieran con la festividad católica de Todos los Santos que se celebra el 1 de noviembre. Pero, ¿por qué en martes? La idea de los legisladores del siglo XIX es que si ponían las elecciones un domingo, la mayoría de la gente estaría en la iglesia y no votaría. Si se celebraban el lunes, eso supondría para muchos tener que iniciar el viaje el domingo y también entraría en conflicto con los servicios religiosos. El martes era un día con menos problemas.
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