Wichita Kansas | 6 de febrero, 2025
Por Alicia Silva | Planeta Venus
En 2012, se introdujo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), brindando a las personas indocumentadas que llegaron a Estados Unidos siendo menores de edad una oportunidad de obtener autorización para trabajar y protección contra la deportación. Para muchos beneficiarios, DACA representa esperanza y oportunidades. Para Mónica Gámez, quien llegó a los Estados Unidos a la edad de tres años, ha sido tanto un salvavidas como un símbolo de resiliencia al navegar por un camino lleno de incertidumbres y desafíos.
Desafíos Tempranos, Una Realidad Impactante
Gámez recuerda vivamente el día en que su madre le explicó la importancia de DACA. A los 15 años, se enteró de que su estatus indocumentado podría limitar sus oportunidades de trabajar o asistir a la universidad. “Fue impactante darme cuenta de cuánto dependía mi futuro de algo (que estaba) fuera de mi control”, recuerda Mónica.
Antes de recibir DACA, Gámez enfrentó importantes desafíos en la escuela, especialmente al comprender cómo su estatus creaba barreras que sus compañeros no tenían. Una vez que obtuvo DACA, se abrieron nuevas puertas. Consiguió su primer trabajo a los 16 años, en un banco local, pero financiar su educación seguía siendo un gran obstáculo.
Como beneficiaria de DACA, Gámez no era elegible para recibir ayuda financiera federal, como las becas Pell o los préstamos estudiantiles. Para superar esta barrera, trabajó arduamente para sobresalir académicamente y obtener becas. Su dedicación dio frutos. Gracias a las becas de su escuela preparatoria y su universidad, Gámez pudo asistir a la universidad sin endeudarse, un logro poco común incluso para muchos ciudadanos.
Perseverancia en la Educación Superior
El camino de Gámez en la universidad estuvo lejos de ser fácil. Balancear múltiples trabajos con las exigencias del estudio la dejaba frecuentemente agotada física y emocionalmente. “Hubo momentos en los que me pregunté si realmente valía la pena”, admite. Sin embargo, permaneció firme, impulsada por la convicción de que la educación era su camino hacia un futuro mejor.
Su esfuerzo dio resultados extraordinarios. Gámez fue reconocida constantemente en la Lista de Honor del Decano, se unió a la Sociedad Nacional de Honor y ocupó el cargo de vicepresidenta del Club de Trabajo Social durante dos años. También fue miembro activo de una organización de liderazgo hispanoamericano, donde encontró mentoría y apoyo.
Al graduarse, Gámez no solo obtuvo una licenciatura, sino también una maestría en trabajo social. Sus logros académicos y profesionales son un testimonio de su determinación por superar las barreras sistémicas.
Una Carrera Basada en la Defensa y el Apoyo
Las experiencias personales de Gámez como beneficiaria de DACA moldearon su decisión de dedicarse al trabajo social. “Conozco de primera mano las dificultades de navegar sistemas que no siempre son accesibles o solidarios”, dice. Su pasión por la defensa de los derechos la llevó a trabajar con familias de niños con discapacidades, muchas de ellas indocumentadas y que no hablaban inglés.
En su trabajo, Gámez identificó una gran necesidad de terapias de Análisis de Conducta Aplicada (ABA, por sus siglas en inglés) para niños con autismo. Motivada por esta necesidad, Mónica se convirtió en Técnica Registrada de Conducta (RBT) y trabajó directamente con niños. Su deseo de profundizar en este campo la llevó a cursar una segunda maestría en Análisis de Conducta Aplicada.
Hoy, con 26 años, Gámez está por graduarse en mayo de 2025, lista para convertirse en Analista Certificada de Conducta (BCBA, por sus siglas en inglés). Su trayectoria refleja un compromiso por romper barreras, no solo para sí misma, sino también para las innumerables personas y familias a las que sirve.
El Impacto Emocional de la Incertidumbre
Para Gámez y otros beneficiarios de DACA, el clima político en torno a la inmigración genera ansiedad constante. “Cada elección se siente como si tuviera nuestro futuro en sus manos”, explica. La incertidumbre sobre la continuidad de DACA genera temor e inestabilidad para quienes dependen del programa para trabajar, estudiar y contribuir a sus comunidades.
A pesar de esto, Gámez mantiene la esperanza. Cree en el poder de la defensa y continúa luchando por los derechos de su comunidad. “Debemos seguir avanzando”, afirma.
Consejos para la Próxima Generación
El consejo que Gámez da a los estudiantes, sin importar su estatus migratorio, es simple pero poderoso: “Enfóquense en sus metas y nunca se rindan. Su camino puede ser difícil, pero cada paso los acerca a cumplir sus sueños. Busquen apoyo, crean en su potencial y recuerden: no están solos”.
El Legado de Resiliencia de Mónica Gámez
La historia de Gámez es un relato de valentía, determinación y la búsqueda inquebrantable de un futuro mejor. Desde obtener múltiples títulos hasta convertirse en una voz para las comunidades marginadas, ha transformado sus desafíos en oportunidades para generar un cambio duradero.
El camino de Gámez arroja una luz sobre las realidades que enfrentan los beneficiarios de DACA; personas que, a pesar de los obstáculos significativos, se esfuerzan por contribuir a sus comunidades y alcanzar sus sueños. La dedicación inquebrantable de Gámez es tanto una inspiración como un llamado a la acción, recordándonos la resiliencia y el potencial que existe en cada persona, sin importar su estatus migratorio.
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