Por Luz Mariana Rodríguez | 9 de marzo, 2024
“Quiero aprender, quiero soñar, quiero disfrutar la vida como tú, como uno más” – Julio Casati- escritor y locutor Argentino.
Es de conocimiento general que cualquier individuo que se salga de la línea de lo “común” y lo establecido en este mundo lleno de prejuicios, corre el riesgo de ser segregado e ignorado por la sociedad.
Tal puede llegar a ser el caso de los llamados “Niños Down”. Este síndrome es una condición genética causada por una copia extra del cromosoma 21, provocando un cambio en el desarrollo físico y mental del bebé. A nivel mundial, se estima que la incidencia de este síndrome se encuentra entre 1 de cada mil y 1 de cada mil 100 recién nacidos.
Con el objetivo de generar una mayor comprensión respecto al tema, en Diciembre del 2011 la Asamblea General de la ONU declaró el 21 de Marzo como el Día Internacional del Síndrome de Down.
Si bien, se sabe que los individuos que han sido tocados por esta condición cuentan con similitudes, cada uno tiene su propia historia y esta se escribe en espacios que merecen ser reconocidos por su labor hacia la comunidad.
Un ejemplo de esto es la fundación Down de la Laguna, ubicada en la ciudad de Torreón Coahuila en México, este es un centro que cuenta con 34 años de antigüedad, abriendo sus puertas en Marzo de 1990.
En este lugar se acostumbra a disfrutar del entorno utilizando un tercer ojo imaginario, uno que logra ver más allá de las diferencias y las limitaciones. Aquí el eco de las risas rebota como una pelota por cada rincón, mientras pequeñas manos construyen historias en mundos paralelos utilizando cualquier objeto al alcance, rompiendo con las barreras que impiden dar paso al entendimiento.
Sandra Luz de Santiago, coordinadora de desarrollo institucional del centro, nos cuenta “Esta fundación nace a raíz del interés de un grupo de padres por apoyar el avance de sus hijos, trayendo especialistas que pudieran atender las necesidades de niños que padecían el síndrome puesto que no existía ningún espacio apto para ayudar al progreso de estos pequeños en la ciudad”.
De igual manera enfatiza en la importancia de crear conciencia respeto al tema “Esta es una condición que estará presente durante toda la vida de la persona y se debe crear un dialogo social para apoyar al individuo a salir adelante”.
Sandra Luz de Santiago (a la izquierda) y Ana Karina Márquez (a la derecha). Fotografías por Luz Mariana Rodríguez
Actualmente el centro recibe alrededor de 85 a 90 niños por año y estos son atendidos por especialistas en salud y educación que pueden guiar su desarrollo óptimo desde los 45 días de edad “Desde pequeña yo siempre he creído en el desarrollo de la afinidad por ayudar a las personas más vulnerables “ señaló Ana Karina Márquez , lic. en Educación Especial.
Se dice que encontrar la belleza en las pequeñas cosas es el puente que guía hacia la felicidad, tal es el caso de Melanie de tres años “Es una niña muy alegre, le gusta mucho ver videos e imitar a la gente cuando está bailando” declaró su madre Berenice Perales.
“Nosotros llegamos aquí cuando ella tenía seis meses de edad y empezamos con ejercicios de estimulación temprana para ayudarla en movimiento, juegos sensoriales y actualmente estamos trabajando con el lenguaje”
Otra historia es la de Eduardo, un pequeño de 11 años que disfruta de la música y el baile “Empezamos a traerlo desde los 6 años y hemos notado un avance en su seguridad y en el sentido de independencia, puesto que es muy importante ayudarlo para que en un futuro pueda valerse por él mismo” señalaron sus padres la señora Rocío Martínez y el señor Eduardo Valdez.
Este lugar es ha sido testigo del desarrollo de individuos que no se rinden para construir un futuro prospero de la mano de sus familias e instructores que, con la llegada de la primavera, ven renacer la esperanza de seguir intentándolo día con día.
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